viernes, 23 de julio de 2010

J. D. Salinger: que no nos sea indiferente.

Por Arturo M. Lozza






Que no nos sea indiferente Jerome David Salinger. El escritor norteamericano, que inauguró un nuevo lenguaje en el relato, ha muerto a los 91 años, el 27 de enero. Desde que en 1951 se publicó su novela The Catcher in the Rye (El guardián entre el centeno, también traducida como El cazador oculto), J. D. Salinger se había convertido en el referente de una joven generación trasgresora que, inmersa y asfixiada en una sociedad insaciable, regida por leyes del mercado y hueca de humanismo, maldijo la hipocresía, la falsedad, la estupidez y la formal arrogancia que emanaban del imperio.
Quizás J. D. Salinger haya sido el punto de partida, o al menos una referencia inicial ineludible, de aquellos artistas e intelectuales que se rebelarían desde el territorio de los Estados Unidos contra la guerra de Vietnam en años donde se desplegaban el rock, el “realismo sucio” en la literatura de Bukovsky, los graffiti de Basquiat, luego el Apocalypse Now de Cóppola o Easy Rider (Buscando mi destino) de Dennis Hopper.
Que ninguno de ellos nos sean indiferentes, porque estamos hablando de grandes artistas, de símbolos de una rebeldía interna contra el sistema. Son nuestros, del movimiento popular y antiimperialista del planeta, como lo son aquí el troesma Osvaldo Pugliese, o Pappo, o el Charly García rasguñando las piedras, o el Fito Paez que cada vez más se escapa del pentagrama, y León Gieco, y Víctor Heredia, o el Roberto Arlt de los locos y el Tuñón de la ranura y de las lunas, o Raúl Lozza y su arte concreto y la cualimetría.
Si, pueden decir que estoy haciendo una mezcolanza caótica, pero ese caos es maravilloso, es un caos de la invención, de la búsqueda, del inconformismo, de la diversidad, y tiene una dirección: queremos el cambio y nos rebelamos contra esta sociedad capitalista mierdosa, hipócrita.
Estas grandes personalidades de la cultura han elegido ese camino trasgresor desde la calidad de su expresión artística. La “Negra” Sosa lo vio con claridad cuando supo unir, desde el cancionero, las expresiones populares del folklore y del rock.
En este segmento, Salinger fue un antifascista. Soldado voluntario, prestó servicios de contraespionaje en Inglaterra, desembarcó en Normandía, y persiguió agentes de la Gestapo y colaboracionistas franceses.
La guerra y sus horrores lo marcarían con dureza. Lo dejó traslucir en su primer éxito, aparecido en pleno macartismo: el cuento Día perfecto para el pez plátano, de 1948, donde a través de un diálogo telefónico asoma primero la superficialidad de la sociedad, para desembocar luego en el suicidio del veterano de guerra “loco”. Llegaría después El guardián entre el centeno, que lo colocó en una de las cumbres de las preferencias de los lectores, especialmente de la juventud.
Fue entonces que la gigantesca maquinaria publicitaria yanqui intentó apabullarlo, convertirlo en un mero “best seller” del sistema. La rechazó de plano, así como había rechazado el macartismo y la persecución de toda expresión que no estuviera acorde con el discurso feliz de la sociedad capitalista. Envuelto en la depresión, optó por renunciar a la vida pública de escritor, y muchas veces lo hizo airadamente. No quiso giras, ni presentación de libros, ni reportajes, ni congresos de sabihondos escribas. Salinger no era parte de esa maquinaria, detestaba la publicidad, la estupidez, y la corrupción del sistema. Y así murió, de muerte natural, en su residencia de New Hampshire.
En fin, se nos fue uno de los grandes. Le tocó vivir en los Estados Unidos, en el riñón del imperio, y a su manera, fue y será uno de los nuestros. Que no nos sea indiferente.

1 comentario:

  1. salinger es algo más en nuestra cultura. marcó el territorio literario como los perros. Con Salinger nace un nuevo sujeto en literatura: el emergente social, el "loser" del sistema, algo asi como el antihéroe, el desclasado, el personaje que queda fuera del "american dream life". Lo seguiran Hammet, Carver, Mailer, todos los poetas de la "beat generation" hasta alcanzar el relismo sucio y los contemporáneos Tom Wolf, Waits y Paul Auster.

    ResponderEliminar