martes, 20 de julio de 2010

Hidrocarburos

Hidrocarburos

LA ENERGIA QUE NOS QUITAN

Por Arturo M. Lozza

Solo ocho trasnacionales controlan el 90% de la producción de petróleo y gas. Hace veinte años que a los argentinos nos quitaron el manejo de un segmento que es estratégico.



Se cumplen veinte años de la desregulación de la actividad hidrocarburífera, veinte años desde aquellas épocas en que fue desmembrada YPF y entregada impunemente al capital privado en uno de los actos de mayor criminalidad económica sobre la soberanía nacional y el bolsillo de los argentinos.
Las voces que reclaman hoy el retorno al modelo estatal se multiplican, pero no han tenido éxito hasta ahora: continúa vigente aquella maldita política pese a que veinte años han mostrado de sobra que su aplicación ha sido un éxito para el monop0olio privado, aunque un terrible mazazo para la economía del pueblo.
Hablar de petróleo, de gas, de energía, es hablar de política, de soberanía y de un segmento estratégico en el desarrollo independiente de un país. Es asunto neurálgico, es poder.
Si no se maneja la energía que todo lo mueve y lo alumbra, el poder lo tiene otro, no el pueblo. Así son las cosas.
Sin embargo, mientras por un lado el gobierno adopta en otros campos determinadas medidas que refuerzan el concepto de soberanía, en esta materia, y en la minería, parece aferrado al viejo chip que grabó el neoliberalismo según el cual el tema hidrocarburos es tratado como si todo se limitara a un producto “commodity” del mercado que deja suculentas ganancias.
Siendo ésta la idea dominante, el resultante es que, en lugar de tenerse el control estatal en el manejo de esos bienes para una estrategia de desarrollo económico y social independiente, se ha elegido el camino del monetarismo que también marcan las academias del neoliberalismo: asociarse con los monopolios privados en el reparto de las ganancias del “commodity” a través de las retenciones a la exportación. Es una asociación sin justicia, porque la mayor parte de las ganancias se las llevan las trasnacionales mientras el Estado se ha fijado la obligación de subsidiar a las empresas para que no eleven tarifas o para que emprendan trabajos de exploración y explotación.
Por supuesto, tomadas las cosas con criterios de “mercado”, lo único válido en los balances es la cifra que incide en el PBI y el monto que va al Tesoro por impuestos a la exportación.
Pero la realidad indica que esta política es un poco de pan y dependencia para el presente, y hambre para el futuro, porque nuestra riqueza natural no renovable, como son petróleo y gas, está siendo vaciada y mientras tanto, más allá de las retenciones, no alimenta ningún plan estratégico que motorice al conjunto de la labor productiva. Argentina extrae petróleo, todavía se autoabastece, pero las compañías privadas exploran poco y nada. No es actividad que les dé réditos inmediatos. El acento lo ponen en extraer de los yacimientos ya descubiertos hasta terminarlos.
Al ser los hidrocarburos un “commodity”, los precios internos de los combustibles se ajustan hacia arriba al nivel de los precios internacionales, se convierten así en factor ineludible de inflación y castiga al conjunto de la población. Si los precios son más bajos en Argentina que en algunos otros países, ello se debe a que el Estado subsidia para “compensar” lo que dejan de ganar Repsol y demás consorcios. Son compensaciones, en definitiva, que salen de los bolsillos de los argentinos y que bien podrían servir para fines que verdaderamente hagan a una justa distribución de los ingresos, en lugar de ir al bolsillo de los monopolios.
Son productos de esta política equívoca las idas y vueltas en la cuestión de los tarifazos. Hoy estamos recibiendo las boletas de gas con un inmenso sello cruzado que nos dice que esa factura está subsidiada por el Estado Nacional. Es decir, el Estado, además de haber perdido el control de sus hidrocarburos, engrosa el negocio a las empresas cuando, en realidad, los contratos de concesión las obligan a realizar ellas esas inversiones.
Ese incumplimiento sería motivo de cancelación de contratos. Pero ese paso no se da.
Mientras tanto, las concesionarias Repsol YPF, Pan American Energy (Bridas y British Petroleum), Total, Tecpetrol, Vintage Oil, Petrobrás, Chevron y Sipetrol, en conjunto, controlan el 90 % de la producción de gas y petróleo, y siguen fijando libremente sus precios, o reclamando compensaciones.
Por su lado, los generadores eléctricos, en gran parte vinculados a las sociedades petroleras, consiguieron la sanción, vía decreto, del funcionamiento del Mercado Mayorista Eléctrico (MEM) donde la última unidad ofertada, es decir, la más cara, levanta el precio de las más baratas a ese nivel; esas sobreutilidades debían ser destinadas a inversiones, cosa que no sucedió, por lo que hoy carecemos de la generación necesaria y no existen planes privados para subsanar tal situación, que se ha hecho más crítica año tras año.
Hoy estamos padeciendo una grave crisis de desinversión, pues las empresas privadas no quieren correr riesgo y lo que les interesa es maximizar sus utilidades inmediatas. Consecuentemente, día a día aparecen las dificultades para los argentinos: no hay gasoil porque no alcanzan ni la declinante producción de petróleo, ni la producción de las refinerías locales, que son las misma de 1988; se exporta gas y se le elevan las tarifas al usuario para financiar su compra en el exterior; llegan los subsidios a las trasnacionales porque no hay decisión política de acabar con esa entrega del patrimonio nacional, etc..
Un estudio realizado en el ámbito de la Universidad de Buenos Aires y del Conicet (que llevan las firmas de Ricardo Ortiz y Martin Schorr) nos muestran que la política de privilegiar el concepto de commodity y de mercado llevó a la Argentina a una drástica caída en la evolución de las reservas de hidrocarburos, que hasta el 2005 siguieron una curva opuesta a la de su producción y exportación. Por ejemplo, si a principios de los ´90 la estimación de las reservas de gas alcanzaba para 25 años, a mediados de esta década las reservas comprobadas se redujeron para cubrir solo 9 años.
Está caída se relaciona directamente con la disminución de la actividad exploratoria (en manos privadas), ya que mientras en los años ´70 y ´80 el promedio anual de pozos exploratorios oscilo en alrededor de 140; entre 1993 y 1999 disminuyó a 105, y entre 2000 y 2005 cayó a solo 39.
Frente a esta realidad grave, el gobierno decidió “incentivar” la exploración y extracción de las trasnacionales y puso en vigencia la Ley 26.154 en octubre de 2006 estableciendo beneficios impositivos y la eliminación de tasas de importación, con un carácter similar al régimen minero existente desde 1993, que es una vergüenza.
Vemos, entonces, que contrariamente a lo hecho en otros países latinoamericanos, en Argentina la política respecto a los hidrocarburos no experimentó cambios sustanciales. De continuarse por esta senda, cualquier promesa de justicia en la distribución de las riquezas es una mera expresión de deseos.


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Perdedores y ganadores

Desde que hace veinte años se entregaron los hidrocarburos a las multinacionales, millones de argentinos no han salido de su nivel de pobreza, pero las petroleras lograron ganancias impresionantes en Argentina y el mundo.
La revista Fortune (20/7/09) publicó, como lo hace anualmente, la lista de las primeras 500 empresas globales según sus ingresos.
Entre las diez multinacionales que más ingresos tuvieron en el ejercicio 2008, siete son petroleras, la mayoría de ellas con concesiones en nuestro país. Las dos últimas, dijeron haber tenido pérdidas por alrededor de 18.000 millones de dólares entre ambas. Pero las cinco primeras anunciaron ganancias por un monto conjunto de 116.585 millones de dólares. Ellas son:

1) Royal Dutch Shell (petrolera anglo-holandesa): ingresos 458.361 millones de dólares. Ganancias, 26. 277 millones de dólares.
2) Exxon Mobil (petrolera de Estados Unidos): 442.851 millones de dólares. Ganancias, 45.220 millones de dólares.
3) BP (petrolera británica): 367. 530 mdd. Ganancias, 21.157 mdd.
4) Chevron (petrolera estadunidense): 263.159 mdd. Ganancias, 23.931 mdd.
5) Total (petrolera francesa): 234.674 mdd. Ganancias, 15.500 mdd.
6) ConocoPhillips (petrolera de Estados Unidos): 230.764 mdd (pérdidas por 16.998 mdd).
7) ING Group (Holanda): 226.577 mdd (pérdidas por 1.067 mdd).

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